lunes, 7 de junio de 2010
La vuelta a Villa Rosa
Tras casi 9 meses lejos de mis prestatarias preferidas, fue una gran alegría reencontrarlas en Villa Rosa, en el comedor de Cristina. Se me hace difícil medir cuan largos fueron estos 8 meses fuera de casa. Visto desde la Daniela en Bangladesh, estos meses pasaron muy rápido, plagados de aventuras diarias y emociones únicas que me hicieron vibrar cada momento. Pero visto desde la Daniela argentina, que vuelve a su lugar natal, fueron meses largos, meses de extrañar a los seres más queridos y cercanos, esas caras que uno mira y en las que se reencuentra (aunque sea mirando el rostro de un otro).
Y al mirar a las prestatarias noté que muchas cosas seguían iguales: los mismos problemas, las mismas miradas de aquellas mujeres que tanto me enseñan cada sábado. Pero al ver las caritas de sus hijos, que fielmente nos acompañan en cada reunión, ví pasar esos 8 meses tan rápido. Es verdad que los chicos crecen, en un año la diferencia es notable. Y eso me hizo pensar. Qué pasó con Daniela en esos 8 meses, cuánto cambió o, mejor dicho, cuánto se reencontró con si misma, esa esencia que viene buscando desde el primer viaje a Bangladesh, y quizá mucho antes…aún no lo sé y probablemente la respuesta a esa pregunta llegue con el tiempo.
Hoy mi mayor desafío es desembarcar con todo el nuevo conocimiento adquirido y hacerlo propio localmente. Adaptar conceptos a nuevas idiosincrasias es todo un desafío. Pero interesante y desafiante. Uno pone a prueba el conocimiento que se tiene de la propia cultura, y de la propia gente.
Pero es innegable que no hay como estar en casa. El abrazo de reencuentro con las prestatarias fue único, como si 8 meses no hubieran pasado, ahí estábamos de nuevo, en nuestra reunión de grupo con mate, risas y un poco de microcréditos.
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